«Se acercaban a Jesús todos los publicanos y
pecadores para oírle, y los fariseos y los
escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos
come». LC 15.1-2
Muchos se acercaban a escuchar las palabras de Jesús, todo tipo de gente, judíos respetados, conocedores de la ley, cobradores de impuestos y hasta pecadores en general.
En
los versículos de hoy (Lucas 15.1-10) encontramos esa gran cantidad de gente
variada y a Jesús enseñándoles por medio de dos parábolas: La oveja Perdida
y La Moneda Perdida, pero el origen o la causa de la enseñanza de Jesús
tiene que ver con el cuestionamiento de los escribas y fariseos, la NTV lo
define como las quejas de este grupo.
El gran cuestionamiento o queja era que Jesús «recibía» a pecadores, él ya les hablo de esta actitud de corazón en LC 7.34 y ahora por medio de nuevas enseñanzas les habla.
La
primera historia es de un hombre que tiene 100 ovejas y pierde 1; la segunda
una mujer que tiene 10 monedas y también pierde 1. Jesús enfatiza en los dos casos las actitudes
de los dueños dejando todo y buscando con intensidad e intencionalidad esas
únicas que habían perdido.
El
hombre encuentra la oveja perdida y celebra en gran manera, la mujer encuentra
la moneda y también se alegra en gran manera y comparte esa alegría.
Jesús
quería destacar la gran diferencia en la actitud del corazón entre «el dueño» y
aquellos que se quejaban y cuestionaban por «recibir los pecadores».
Aquel
grupo cuestionador seguramente se consideraban a si mismo más dignos, menos
pecadores, más aptos, en el camino habían perdido la sensibilidad al corazón
del «dueño».
Son
hermosas las palabras de Jesús al final de la historia:
«Así os digo que hay gozo delante de los
ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente». LC 15.10
¿Reconozco
que Jesús es el dueño de mi vida tanto como de quienes me rodean?; ¿me
considero un igual o pienso que soy superior o mejor sentándome así en un trono
que no me corresponde?
Que nuestro
corazón se goce por que alegra el corazón de Dios y que las quejas y
murmuraciones sean confrontadas por el obrar del Espíritu Santo.
Bendecido
día. Pablo.
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