EL LAZO ENTRE LA ALEGRÍA Y LA ALABANZA
¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. Santiago 5:13b
Según el capítulo 3 de Eclesiastés el hombre en la vida debajo del sol ha de pasar y experimentar diferentes tiempos (buenos, malos, paz, guerras, etc.) y al leer los últimos versículos de Santiago notamos que el autor también nos muestra distintas vivencias que el creyente puede atravesar. Lo interesante es que el apóstol nos propone una respuesta ante cierta situación particular.
Lo que más me atrapa de este versículo es que cualquiera sea nuestra situación la palabra nos manda inmediatamente a buscar de Dios. Para Santiago no existen los atajos ni los rodeos, y su insistencia en llevarnos al Señor es un buen desafío a tomar como ejemplo cuando estamos ayudando y aconsejando a otros.
La semana pasada vimos cómo responder ante la aflicción y hoy quisiera cerrar este versículo con lo referido a la alegría, “felicidad o buen ánimo” como mencionan otras versiones.
Evidentemente, para Santiago cantar alabanzas es una respuesta de Alegría. Entonar canciones a Dios es algo maravilloso, poder elevar nuestra voz en alabanza es un deleite que conmueve las fibras más íntimas. Los salmos son excelentes escritos que nos inspiran a proclamar la grandeza de nuestro Dios y nos afirman algo que muchas veces no tenemos presente al cantar: La presencia de Dios habitando en las alabanzas (Sal. 22:3).
La alegría, en este lado del sol, debe motivarnos a cantar al Dios que nos sumerge en el río de su presencia donde allí podemos experimentar la verdadera plenitud de gozo (Sal. 16:11). Compartir nuestra alegría con Dios es algo que debe estar presente en todos aquellos impulsos internos de nuestro corazón y expresarlos a través de cánticos espirituales (Col. 3:16).
¡Canta porque estás alegre!! Hazlo recordando y reconociendo que Dios te ha permitido obtener esa alegría y responde en gratitud ofreciendo tu sacrificio de alabanza personal. (Heb 13:15). Perfuma y llena de alabanzas el trono de Dios con cánticos de Júbilo y gozo, de seguro hay razones suficientes para alegrarnos en Él. (Acompaña este devocional con una lectura complementaria del Salmo 95:1-7 y Salmo 150)
El Dios de tu alegría es el motivo de tu alabanza.
Bendecida semana, Pr Denis.
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