POR MÁS QUE LO SEPAS
«Por eso siempre les recordaré estas cosas, por más que las sepan y estén afianzados en la verdad que ahora tienen». 2 Pedro 1:12
Una de las formas que el ser humano aprende es a través de la repetición. No hay mejor manera de ilustrar esta verdad cuando aquellos que tienen hijos han utilizado una y otra vez la repetición de palabras para que el niño la vaya aprendiendo a pronunciar. Pero cuando crecemos y aprendemos conceptos, también existe la posibilidad de no tenerlos 100% presentes durante nuestra vida hasta que algo o alguien nos recuerda de dicha verdad y como que volvemos a revivir y/o retomar estos conceptos nuevamente en nosotros. Algo similar es lo que está haciendo Pedro al escribir su carta recordando verdades a los hermanos con el fin de que sus vidas se afiancen más y más a ellas.
Lamentablemente en ocasiones nuestra historia de vida, tiempo de Iglesia o teología bíblica nos hace pensar que NO necesitamos escuchar ciertos tipos de mensajes o temas que ya hemos aprendido o escuchado. Sin embargo, notamos, en las palabras del apóstol, un deseo profundo e intencional de traer a memoria las verdades del maravilloso evangelio. Esta verdad, ya conocida por los hermanos, no fue un impedimento para que Pedro se abstenga de recordarles el plan de Dios.
Me encanta y a la vez me asombra ver cómo muchos hermanos de tiempo en nuestra Iglesia no dejan de formarse, estudiar y participar de las distintas capacitaciones que se dictan. Es tan ejemplar esta actitud que bendice mucho.
Un creyente que está enfocado en su madurez nunca dejará de recibir instrucción porque dentro suyo hay un espíritu enseñable que va más allá de la sabiduría o experiencia adquirida por los años en la fe.
Somos hombres y mujeres que hemos recibido la salvación, pero aun dentro nuestro luchamos con nuestra carne que muchas veces nos hace descansar mucho más en nuestra sabiduría que en la sabiduría de Dios. Querido hermano, aunque lo sepas, permíteme recordarte así como lo hizo Pedro, que necesitamos cada día, recordar a Cristo y su suficiencia para nuestro andar diario. Sus promesas son reales, fieles y eternas. No pierdas nunca el apetito espiritual que tu alma necesita para vivir y experimentar la verdadera vida en Cristo. Deseo y oro para que nuestras vidas se renueven en Él, en su verdad y en la llenura de su Espíritu, para que en todo Cristo sea glorificado.
Bendecida semana, Pr Denis.
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