LA IGLESIA, EL ESPÍRITU Y EL EVANGELIO
«Pero había entre ellos unos varones de Chipre y de Cirene, los cuales, cuando entraron en Antioquía, hablaron también a los griegos, anunciando el evangelio del Señor Jesús. Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor.» Hechos 11:20-21
Al leer el libro de los Hechos encontramos el obrar de Dios a través de los apóstoles. Jesús ya no estaba presente con ellos, pero Él había prometido que enviaría al Espíritu Santo (S. Jn 14-16) para que puedan permanecer en Él y predicar el evangelio, pues ese fue su último y gran mandato: La gran Comisión (Mt 28:18-20).
Este evento ocurrió en el día de Pentecostés, los 120 que estaban en el aposento recibieron la promesa. Inmediatamente, observamos que el E. Santo impulsa a Pedro a predicar el evangelio y como resultado fue gran número de personas que se arrepintieron y se convirtieron (Hch 2).
La Iglesia comenzó a gestarse, muchos creían y el Señor añadía a la Iglesia a aquellos que habían de ser salvos (Hch 2:47).
Es significativo reconocer estos antecedentes fundacionales para ser imitadores de aquello que Dios nos dejó en su palabra; la esencialidad que conecta al Espíritu y el Evangelio es una dinámica poderosa que no debe ser alterada ni reemplazada, la Iglesia primitiva debe ser el ejemplo de la Iglesia de Hoy.
1. La Iglesia necesita del obrar del E. Santo, ser llenos y guiados por el Espíritu; y esto requiere integridad y santidad de parte del creyente.
2. Es necesario, que la iglesia predique el evangelio puro, no adulterado, así quienes escuchan el mensaje de salvación puedan ser guiados al arrepentimiento a través del Espíritu Santo.
3. La Iglesia recibe el respaldo del Señor cuando cumple con la misión de predicar el verdadero evangelio en el poder del Espíritu.
Dios usa a la Iglesia (los creyentes) para proclamar el evangelio a través del poder del Espíritu y al mismo tiempo Dios usa ese mensaje (el evangelio) para atraer a los incrédulos por medio del obrar del Espíritu, quien convence de pecado, despierta la fe y lleva al arrepentimiento.
Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo. Romanos 10:17 NVI.
La Iglesia así como todo creyente debe estar lleno del Espíritu (Ef. 5:18) y lleno de la palabra de Cristo (Col. 3:16) para anunciar el mensaje de salvación. El poder del evangelio (Ro. 1:16) y el poder del Espíritu (Hch 1:8) son inseparables, la Iglesia debe reflejar esta verdad. Como resultado veremos el favor de Dios respaldando a su Iglesia.
Querido hermano que Dios nos ayude a no negociar la verdad de su palabra y en esta semana donde seguimos orando por la Iglesia, podamos clamar por un despertar de la evangelización en el poder del Espíritu.
Dios use su Iglesia, Pr Denis.
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