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PASCUA, EL DÍA DESPUÉS

 

«Él quiso morir para rescatarnos de todo lo malo y para purificarnos de nuestros pecados. Al hacerlo, nos convirtió en su pueblo, en un pueblo decidido a hacer el bien».

Tito 2:14 TLA

En gratitud y para la gloria de Dios durante todo este mes de marzo del 2024 como Iglesia hemos podido descubrir y rememorar las distintas enseñanzas y verdades que la palabra de Dios nos ofrece en el tema referente a la Pascua. No solo pudimos escuchar sermones relacionados con el tema, sino que además a través de las distintas plataformas virtuales fuimos enriquecidos para tener un mayor conocimiento sobre este evento tan trascendental en la vida de cada creyente.

Seguramente muchos de nosotros hemos aprendido o descubierto algo nuevo en todo este tiempo, y aún me atrevo a decir que para algunos ha sido todo nuevo, no es de extrañarnos que aunque estemos de años en la Iglesia tengamos ciertos fundamentos bíblicos olvidados, aun sin conocer u otros por descubrir.

A la verdad, como ya hemos visto, este evento ha cambiado la historia. Dios en su plan de redención nos fue guiando a través de los tiempos en su palabra para descubrir que este mundo necesitaba un salvador y aunque la historia ya quedó registrada en las sagradas escrituras, también podemos resaltar que todo esto tuvo y tiene una consecuencia en aquellos que hemos sido alcanzados a través de la buena noticia del evangelio.

El versículo que hoy meditamos nos da la idea que hubo una intención por la cual hemos sido rescatados y purificados de nuestros pecados y la razón que nos brinda la palabra de Dios es para que SEAMOS UN PUEBLO DECIDIDO A HACER EL BIEN.

Muchas veces ocurre que nos quedamos con lo lindo que ha sido todo y con el conocimiento de los hechos, lo cual es bueno, pero la obra de Dios en toda su totalidad es una obra espiritual y eso tiene como resultado cambio y transformación.

Si tan solo nos quedamos con todo lo hermoso que Dios ha hecho, estaremos desperdiciando lo que Dios espera ahora de nosotros. Su obra gloriosa fue para que cada uno de los beneficiarios de ella puedan tener un deseo intenso de hacer el bien o de andar en buenas obras como bien dice otra versión: un pueblo celoso de buenas obras.

Considerando esta idea que resalta del versículo, creo que es conveniente que cada creyente pueda replantearse a modo personal si realmente está viviendo con el fin de ejercitar esta verdad bíblica. Lastimosamente, muchos han obtenido la salvación, pero se han olvidado de hacer lo que Dios espera de sus hijos. Las obras no nos salvan, claramente el texto nos dice que ya fuimos salvados y en consecuencia seremos un pueblo que abunda en buenas obras.

Así como hemos recibido el evangelio, ahora debemos vivir para el evangelio. En todo creyente debe existir una respuesta a este evangelio y se manifiesta a través de las buenas obras que ya fueron preparadas desde hace tiempo para que andemos en ellas. Las obras que se refiere son a vivir una vida piadosa, que agrade a Dios dejando atrás nuestro pecado y renunciando al mundo. No existe mayor obra en el creyente que vivir para la gloria de Dios en todos los ámbitos de su vida (familia, Iglesia, trabajo, estudios, etc.).

El día después de la Pascua es vivir en respuesta a esta salvación tan maravillosa por medio de nuestra piedad, no es algo temporal lo que Dios espera de nosotros, ni tampoco algo ocasional, sino una respuesta permanente y que perdure hasta que él venga por su pueblo.

Ya disfrutamos de aquello que la Pascua nos ha dejado, ahora es tiempo de que Dios disfrute desde los cielos viendo como su pueblo decide cada día en hacer el bien

Disfrutemos de Semana Santa y vivamos una vida santa.

Que Dios nos ayude, bendecida semana. Pr Denis.

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