ES MÍO, ES MÍO, TAMBIÉN ES MÍO
Es normal en el crecimiento de un niño cerca de los dos años que una palabra se haga muy presente en su diálogo sobre todo con otros niños; la palabra es: «MÍO».
Quien no ha visto a un niño a esa edad con sus juguetes y ante la llegada de otro pequeño cuando este quiere tomar uno, la respuesta rápida es: «MÍO, y lo haga con fuerza»; quizás el niño visitante intenta agarrar otro juguete, a lo que el dueño de casa también responde: «MÍO». Esas situaciones se pueden volver tan tensas que al niño «dueño» ya no le caben cosas en sus manos defendiendo su propiedad, lo que es suyo.
Si su hijo tiene cerca de los dos años no lo rete, esa actitud es normal en el crecimiento y desarrollo, ahora si tiene cerca de 20 años ya el problema es otro y si tiene 40 años aún es peor.
Puede haber actitudes, maneras normales para cierto tiempo en el proceso de crecimiento, pero en el tiempo deben ir modificándose. El mismo niño al pasar un tiempo aprende a compartir, él sale de sí mismo y comienza a relacionarse de la manera correcta.
Muchos adultos viven centrados aún en sí mismos, defendiendo lo propio, marcando territorio y propiedad como una actitud de defensa y preservación. La Palabra nos enseña que el efecto de ese egoísmo cuando ya somos adultos tiene un efecto contrario, el que retiene más de lo justo viene a pobreza, pero el que reparte le es añadido más.
Pídele a Dios que trabaje en este área si es necesario y en esta semana, a la hora que se presente una necesidad que puedas compartir lo mucho o poco que tengas, vas a ver que Dios te añadirá más.
Bendecida semana. Pr Pablo
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