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UN CORAZON QUE RECONOCE Y CONFIESA



«Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos.» Salmos 51:3-4a

 Un verdadero creyente es aquel que reconoce su pecado, lo confiesa y se aparta de él. “mi pecado está siempre delante de mí” 

Tal cual expresa David en esta oración es lo que ocurre cuando caemos en pecado; nos rebelamos ante Dios. “porque yo reconozco mis rebeliones” Pecar es una rebelión porque sabemos que va en contra de lo que a Dios le agrada y aun así (teniendo conocimiento que está mal) actuamos contrario a sus normas establecidas en su palabra siendo responsables y culpables de nuestra maldad “He hecho lo malo delante de tus ojos”. 

Debemos tener en cuenta que, el pecado además de ser un acto inmoral y de desobediencia también es un acto voluntario, Santiago 4:17 dice “y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado". 

En tiempos actuales, cada vez más, se minimiza el pecado y hasta caemos en el error de justificarnos, en ocasiones ni siquiera queremos nombrarlo o escuchar sobre este tema y esto lo podemos notar cuando somos “presa del pecado” o “pecamos ocasionalmente” al no ser consecuentes en ir al Señor para declararle nuestro pecado y confesarlo. ¡Podemos estar seguros de que Dios nos perdonará!, pero muchas veces no somos capaces de manifestarle nuestro tropiezo. 

Ceder al pecado nos hace culpables ante Dios, nuestra ofensa primaria y mayor es contra Dios y David lo tenía bien claro. “Contra ti, contra ti solo he pecado”. 

Una realidad inevitable es que somos pecadores y por eso pecamos, “La tentación viene de nuestros propios deseos, los cuales nos seducen y nos arrastran.”(Sant.1:14 NTV) No hay manera que nuestra vida sea justificada, perdonada y santificada si no es por medio del sacrificio de Cristo quien murió por nuestros pecados para perdonar a todos los que se acercan a él con un corazón humillado y dispuesto a someterse bajo su voluntad. 

Reconocer nuestra rebeldía es el primer paso para doblar las rodillas y confesar nuestro pecado. Un creyente que confiesa su pecado es aquel que está dispuesto a continuar en su proceso de santificación. Al confesar nuestro pecado estamos obedeciendo la palabra de Dios y seremos libres de aquello que ocultamos y nos avergüenza. RECONOCER Y CONFESAR son acciones indispensables e inseparables de todo creyente que anhela 1: abandonar el pecado, 2: alejarse del mismo y 3: cultivar una vida de crecimiento espiritual. Por el contrario, quedarse callado y vivir una vida de pecado constante y sin deseos de llevarlo al Señor para que ordene esa área es un síntoma que debería ayudarnos a reflexionar si realmente hemos experimentado una verdadera conversión. 

«Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad». 1Juan 1:9 

Bendiciones, Pr Denis.

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