FRUTOS
«Pues cada árbol por su fruto se conoce. Porque los hombres no
recogen higos de los espinos, ni vendimian uvas de una zarza. El hombre
bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno; y
el hombre malo, del mal tesoro saca lo que es malo; porque
de la abundancia del corazón habla su boca». LC 6.43-45 - NBLA
Jesús, fiel a su estilo, uso una
ilustración simple para enseñar un principio muy importante de cómo es verdaderamente
el hombre / la mujer. Nos lleva a pararnos delante de un árbol y observarlo,
mirar su tamaño, su follaje, su forma, etc. De eso que vemos podemos sacar
conjeturas y formar en nosotros muchas ideas, pero hay algo distintivo que
define al árbol, «su fruto».
De la misma manera podemos mirar a un
hombre y según lo que vemos a la distancia sacar conjeturas, hacernos ideas,
pero lo que realmente lo define no es eso sino «su fruto». Ese «fruto» no es lo
dice ser, o aparenta sino lo que sus hechos demuestran que es genuinamente.
Es fácil mirar hacia el otro, pero la
enseñanza nos lleva a reflexionar de manera personal, «¿Cuál es mi fruto?». Al hacerme la pregunta y para poder encontrar
respuesta me hice otra pregunta: ¿Dónde se ve el fruto? En mis respuestas en
casa, en la forma de tratar a mi esposa, a mis hijos, en como me dirijo a un
jefe o como hago cada cosa; aún la forma de una mirada muestra un fruto de lo
verdaderamente soy.
El fruto sale de
lo que realmente hay adentro nuestro.
Esta
semana te desafío a que te detengas a ver TUS frutos, lo que decís, como lo
decís, tus acciones y omisiones que demuestran lo que realmente somos; esto no
simplemente para ver y no hacer nada sino por el contrario para poder mejorar y
ser de mayor bendición a los que te rodean.
Bendecida semana.
Pr Pablo
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